ENTREVISTA ABEL JARAMILLO

ENTREVISTA ABEL JARAMILLO

Abel Jaramillo es un artista nacido en el año 1993 en Badajoz, Graduado en Bellas Artes por la Universidad de Castilla la Mancha y la Universidad de de Lisboa (Portugal) con Máster en Arte Contemporáneo, Tecnológico y Performativo en la Universidad del País Vasco. Se trata de uno de los artistas contemporáneos extremeños con mayor proyección nacional, ya que su trabajo ha sido seleccionado por importantes convocatorias y becas nacionales como:  Beca de producción de la Fundación BilbaoArte, Intransit o Process Room, y esta última semana ha sido seleccionado para el Programa de Formación Comunidad de Madrid/Open Studio junto con la artista Mercedes Pimiento.

Su trabajo lo pudimos ver en Madrid el pasado mes de mayo en la exposición “Process Room VI”,  una exposición en la que presentaba su trabajo “No Habrá lugar allí para ninguno”, una revisión crítica de la construcción de la imagen y la identidad de su tierra natal Extremadura. El trabajo de Abel Jaramillo se basa en la búsqueda de estrategias que alteren o subviertan la lógica habitual de entender diferentes contextos. Por eso le interesan las grietas de la historia, los relatos en los márgenes y cómo se producen y construyen los discursos. También son de su interés las tensiones políticas que se proyectan en lo cotidiano, analizando los conflictos y disensos que se plantean entre lugares, sucesos y acciones. En su proceso de trabajo utiliza situaciones, textos e imágenes, modificándolos y recontextualizando diferentes elementos para construir nuevas lecturas, para provocar distorsiones en un relato dado, para generar contradiscursos. A través de lógicas de trabajo como el archivo y la apropiación, plantea cuestiones que apelan de forma directa a la construcción de la historia, a la producción de discursos. De forma híbrida, transita la relación entre contextos y procesos, entre poesía y acción.

Hola Abel ¿qué tal? para mi fue todo un descubrimiento encontrarme hace unos meses con tu trabajo. Es importante que el arte contemporáneo no olvide nunca su carácter crítico ante la realidad, me parece fundamental esa cualidad que tu enfatizas y que tiene el arte para repensar. Para mi lo más interesante de tu trabajo, es la labor que haces de investigación, de archivo, de proceso, de profundizar en los márgenes de los relatos, para discernir que es real y no lo es en las diferentes narraciones de la historia. ¿Desde cuándo y por qué comenzó este interés en replantearte "lo contado", poniendo en entredicho esos relatos, que muchas veces, por su persistencia en el tiempo nos parecen incuestionables?

Desde mis primeros trabajos siempre me interesó cómo y desde dónde se construyen los discursos. A partir de ahí, empecé a trabajar sobre relaciones que se daban en lugares concretos y las tensiones políticas que se producían en entornos cotidianos. En este sentido mi trabajo ha estado muy marcado por referencias en la literatura o la poesía y se establecían diálogos  entre el texto y el espacio.

Este interés por la construcción de discursos desembocó con el tiempo en un interés por la construcción de la historia, el hecho histórico y su relación con diferentes contextos. Si bien este interés que señalas en mi trabajo por replantear las grandes narraciones está muy presente en mis últimos proyectos, considero que de alguna forma esa inquietud ya estaba en mis primeros trabajos, quizá de una forma más velada. En este sentido, con el tiempo he encontrado muchas vinculaciones con proyectos anteriores como “Los poemas apolíticos son también políticos” y “No habrá lugar allí para ninguno”, donde la idea de poesía permanece de fondo en ambos proyectos para problematizar cuestiones que tienen que ver con esta idea de la construcción del discurso, la noción de margen y periferia o lo político en/desde lo cotidiano.

Tu carrera artística durante estos años se ha desarrollado entre Badajoz, tu tierra natal, y Bilbao. ¿Qué has encontrado en estos dos lugares, que te aportan para el desarrollo de tu obra?

A Bilbao llegué hace dos años para realizar un máster en la universidad y encontré un contexto en el que me sentía muy cómodo, donde había un tejido y era habitual relacionarnos entre diferentes agentes. Y tras realizar el máster estuve otros seis meses allí gracias a una beca de residencia en la Fundación BilbaoArte. En Bilbao encontré principalmente muy buenas relaciones con otros colegas artistas, conocer muchas formas diferentes de plantear la práctica artística, muchas redes afectivas que, en definitiva, hace que te sientas cómodo en un lugar y eso acaba siendo muy positivo, no solo en tu trabajo.

Por otro lado, Extremadura siempre está muy presente, no solo como investigación de mis últimos proyectos, sino como lugar al que siempre vuelvo. En los últimos años ha sido un lugar de tránsito, de estancias esporádicas, pero como digo, siempre muy presente. Para mí ha sido muy interesante en estos últimos proyectos indagar en la construcción de la historia en Extremadura, conocer sus márgenes, porque me ha permitido conocer otros relatos con los que me siento más identificado.

"No habrá lugar allí para ninguno" Abel Jaramillo, © 2016/17

Profundizando ya en tu trabajo ¿Crees que si volviéramos a releer e interpretar los textos históricos, el pasado, y a ejercer una visión mucho más crítica de lo que sucedido realmente ¿Nuestro presente seria distinto? Dicen que el futuro se construye sólo si has entendido bien el pasado. Pero claro ¿Qué pasado? El real, el vivido o el que nos han contado.

La relectura del pasado o el interés por revisar ciertos sucesos para traerlos al presente, tiene para mí una intención de pensar en las posibilidades de otros futuros. Me interesa mucho tensar esta idea de lo posible, aquello que se puede o aquello que podría haber sido. En este sentido, en mis últimos trabajos hay una voluntad por especular la historia, plantear qué efectos habría tenido en el presente un hecho histórico que hubiera transcurrido de una manera diferente. Y esto mismo nos lleva a pensar, a imaginar, cómo será ese futuro que nos espera.

Para mí todos esos pasados que planteas están ahí, están al mismo tiempo. Me parece interesante el hecho en sí de pensar el pasado en plural, como un relato a muchas voces. Es en la fricción que se produce al poner a dialogar diferentes narraciones como las que indicas (lo vivido, lo contado, lo documentado…) donde surgen relaciones que dejan ver cuestiones realmente importantes, donde se producen desplazamientos entre lo ocurrido y lo que parecía estar ocurriendo, contradicciones entre versiones de un mismo suceso o disensos sobre un relato dado, para mí ahí hay unas claves o unos indicios que ayudan a comprender mejor el presente y a pensar de otra forma el futuro.


¿Es posible en una sociedad como en la que vivimos, empeñada en homogeneizar y que rechaza cualquier atisbo de personalidad crítica, se pueda ejercer ese derecho a repensar el discurso de lo oficial?

Volviendo  un poco a la pregunta anterior, plantear la idea de repensar el discurso oficial, ampliar sus límites, leerlo desde los márgenes, es ya un desafío a lo  posible. A mí me interesa mucho aquello que el discurso oficial no acepta, aquello que el relato oficial ha arrastrado fuera, porque me ayuda a entender la construcción de esa narración, porque revela aquello que no cabe, que no era importante, que no merecía un lugar en la historia. En este sentido, trabajar con estas historias es leer la periferia de ese discurso oficial y es en sí mismo un desafío al lugar desde el que se han producido y construido esos relatos hegemónicos.

"El fin de una Expedición" Abel Jaramillo, 2017 foto © David Hornback

En proyectos como “No habrá lugar allí para ninguno” hablas de Extremadura de los relatos que han ido dibujando una imagen de la comarca muchas veces no muy cercana a la realidad. Como extremeño y habiendo crecido con determinados discursos ¿De donde crees que proviene todo ese relato que nos lleva a la confusión?

En “No habrá lugar allí para ninguno” abordo cómo se ha construido la imagen y la idea de Extremadura, cómo se han generado diferentes imaginarios que proyectan un sujeto sumiso, migrante y precario. El proyecto se inició con un archivo que reunía diferentes materiales y formatos que mostraban o representaban una imagen de lo extremeño. A partir de aquí encontré varias referencias (externas e internas a la comunidad) que problematizaban ese discurso inicial con el que iniciaba la investigación. Empecé a interesarme por cómo se había construido  desde dentro (desde  lo institucional) ese relato sobre Extremadura y me intereso por una tensión existente sobre el día de Extremadura.

En el año 1985 se celebra por primera vez el día de Extremadura. La fecha escogida para representar a todos los extremeños será el 8 de septiembre, coincidiendo con la festividad de la Virgen de Guadalupe. Desde otros sectores, se reclamaba el 25 de marzo como fecha señalada para tales efectos, en relación con los hechos acontecidos en la madrugada del 25 de marzo de 1936, cuando miles de campesinos y yunteros extremeños asaltan las tierras que la República les había prometido en una reforma agraria que nunca llegó. Este hecho, supone una construcción de pueblo sin precedente en la comunidad, una representación de Extremadura que poco tiene que ver con la visión de servidumbre con la que habitualmente se la ha representado, un acceso a la identidad por asalto.

Después de la realización de este proyecto, considero que el hecho de desplazar lo sucedido aquel 25 de marzo fuera de la representación de una identidad o representación de lo extremeño, ha provocado desconectarse con una imagen de resistencia dentro de la comunidad.

A lo largo de la historia hemos visto un afán insaciable de la Iglesia Católica en que desapareciera todo vestigio de fiesta popular o fiesta pagana, e incluso se han apropiado de lugares mágicos que pertenecían a una raíz mucho más popular que religiosa, ¿Crees que ahí podría estar el origen? ¿Es una cuestión de poder?

En el proceso de “No habrá lugar allí para ninguno” encontré una imagen que resume de alguna forma esta idea. Se trata del cuadro de Peter Brueghel El Viejo “El combate de Don Carnaval y Doña cuaresma” de 1559. En esta obra se muestra a dos personajes a punto de enfrentarse: de un lado Doña Cuaresma, arrastrada por súbditos que tiran de un carro en el que ella está sentada; del otro, Don Carnaval, sobre un barril, empujado por el pueblo. La posición que ejercen los personajes de un lado y otro es reveladora: unos arrastran y cargan con el peso mientras otros empujan y dirigen en conjunto al protagonista. Este enfrentamiento sirve de ejemplo para entender  esta cuestión en el proyecto. En esta tensión histórica, la voluntad religiosa o, al menos, la relación directa con la iglesia, confronta con la realidad histórica del pueblo extremeño, quedando relegada a los márgenes del relato oficial. En este sentido, la revuelta campesina se desplaza de la historia y la identidad de la comunidad en favor de la fiesta religiosa. Los campesinos representados en este símil, con el carnaval, con un tipo de carnaval que es precario, que no es el carnaval institucional, que se construye desde abajo, como lo sucedido aquel 25 de marzo. Así, creo que hay una imagen muy arraigada que nos representa con esos personajes que tiran de Doña Cuaresma y unos relatos enterrados que nos sitúan empujando el barril de Don Carnaval.

"El fin de una Expedición" Abel Jaramillo, 2017 foto © David Hornback

No hace mucho tiempo hablamos de la importancia que tiene el cine para proyectar la imagen concreta de un lugar. Es verdad que a veces negativa y otras positiva, pero en el caso de Extremadura y la película documental de Buñuel “Las Hurdes” significo un antes y un después en la comarca. Desde un punto de vista crítico la película cometía su fin, pero evidentemente esa imagen de una comarca abandonada fue muy complicado después darle la vuelta. ¿Qué importancia tiene para ti este hecho y como extremeño cuales son los retos a los que se debe enfrentar tu comarca y su “historia”?

El cine como productor de ideología fue uno los principales intereses al inicio de este proyecto. Me fascina la obra de Buñuel y la voluntad crítica  y de denuncia de la situación que se vivía en Las Hurdes en “Tierra sin pan”. Pero es cierto que esta idea de “tierra sin pan” ha marcado de forma poderosa la imagen de la comunidad, potenciando esa imagen de sujeto “mártir”, de servidumbre. Para mí fue muy importante ser consciente de otros sucesos que desafiaban este relato, como es el caso de los campesinos y yunteros el 25 de marzo, una imagen de desobediencia  que interrumpe la narración.

Es muy complicado establecer los retos a los que enfrentarse como pueblo, aún así, es esperanzador ver en los últimos años movilizaciones como la columna Extremadura en las marchas de la dignidad  o las manifestaciones por un tren digno. Creo que son ejemplos que se desvinculan de esa imagen pasiva y aportan otras referencias y otras direcciones al relato extremeño.

"El fin de una Expedición" Abel Jaramillo, 2017. Detalle

En uno de tus últimos proyectos titulado “EL FIN DE UNA EXPEDICIÓN” se plantea las relaciones entre tensiones territoriales, conflictos políticos y especulaciones históricas a partir de la novela de 1932 “El fin de una expedición sideral (Viaje a Marte)” del escritor anarquista extremeño Benigno Bejarano. Hablamos del origen y el porqué de este proyecto que me parece muy interesante.

“El fin de una expedición” es el título de mi último proyecto y de la exposición individual que inauguramos hace unas semanas en la galería Aldama Fabre, en Bilbao. Es un proyecto que se desprende en cierto modo de “No habrá lugar allí para ninguno” para retomar el contexto de los movimientos anarquistas en los años 30. A partir de ahí, conozco esta novela que señalas de  Benigno Bejarano y empiezo a trabajar  sobre diferentes sucesos que se sitúan en el límite de lo veraz y que se relacionan tanto con el contexto político, como con el territorio o la ciencia-ficción. Es un proyecto que problematiza la noción de archivo y documento a través de historias que se desprenden  de esta vinculación entre el contexto anarquista de los años 30 en los que Bejarano publica  la novela y la posibilidad de viajar a Marte que se refleja en dicha publicación.

Se trata de un proyecto en el que he estado trabajando este último año y que, como ocurría con el anterior proyecto, parte de una lógica de archivo e investigación sobre pequeñas historias, de indicios, de aperturas a posibles narraciones para entender la historia desde posiciones periféricas.  Estas historias se plantean a modo de atlas, un diálogo sobre una expedición que invita a sospechar de los documentos, establecer conexiones entre relatos orales, archivos precarios y ficciones (im)posibles, realizar un viaje sobre un pez volador, esperar un rayo o seguir una guía de viaje a Marte.

¿En qué estás trabajando ahora mismo o cuáles son tus proyectos más próximos?

Ahora me encuentro trabajando en un nuevo proyecto, “Essay for a missing script” que he ido planteando de forma intermitente a lo largo de este año. Se trata de un proyecto que estará fragmentado en diferentes capítulos y que aborda la noción de trabajo, de éxito y fracaso, de ensayo, en su sentido más amplio: como cuerpo textual -cuerpo y texto- como práctica previa  a la acción. A partir de ahí, se conectan diferentes planteamientos históricos a través de la idea de expandir o desplegar un film, donde la idea de guión o casting están muy presentes. Normalmente trabajo con procesos largos, por lo que estaré trabajando sobre estas ideas a lo largo del próximo año entre otro proyectos.

Entrevista: Eduardo Álvarez | Madrid Badajoz | 30 de noviembre 2017

 

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