María Castellanos nace en Gijón en 1985. Artista e investigadora, Doctora en Bellas Artes, Premio Extraordinario de doctorado 2015 en la Universidad de Vigo, gracias a su tesis “La piel biónica. Membranas tecnológicas como interfaces corporales en la práctica artística”, una investigación acerca de las prótesis tecnológicas, centrando su atención en las hibridaciones entre “cyborgs” y “wearables” como paradigma de ampliación de las capacidades sensoriales humanas. En los últimos años, su práctica artística se ha centrado en mejorar las capacidades humanas a través de la tecnología.
Ha obtenido diversos premios internacionales de producción, lo que le han permitido crear obras, incluido un proyecto de impacto internacional llamado “Environment Dress”, producido gracias al Premio Next Things 2015, una convocatoria conjunta de Laboral Centro de Arte y Telefónica i+D, que le llevo a obtener una de las menciones en los “STARTS Prizes” de 2016 (Ars Electronica) y la selección por el jurado del 20th Media Art Festival en Japón. Recientemente ganó la residencia de artista VERTIGO STARTS, un proyecto europeo EU-Horizon 2020 dirigido por el Centro Pompidou y el IRCAM en París y Fraunhofer Gesellschaft en Alemania. También ha participado en varias exposiciones y festivales de arte nacionales e internacionales. Su trabajo actualmente se puede ver en la Exposición “NovaXX” en Halles Saint-Géry Bruselas, Bélgica, y la Exposición “Next Things_Next Starts” en el LABoral Centro de Arte de Gijón y en "Ensayo y error del posthumano", en el Museo Antón de Candás, (Asturias)
En tu trabajo hablas y reflexionas sobre innovación, sobre las capacidades humanas y como a través de interfaces tangibles, se puede transformar esas capacidades para hacernos una vida mejor ¿Qué significado o sentido le das tú a esa mejora de la capacidad humana? ¿En qué consiste?
El ser humano siempre ha fabricado herramientas para amplificar o extender, de algún modo, sus habilidades o capacidades sensoriales. Desde los primeros abrigos creados con pieles por nuestros ancestros –ideados para mantener la temperatura corporal–, a las gafas para mejorar nuestra visión, los prismáticos para amplificarla o incluso otros elementos como la pata de palo o el garfio para suplir la falta de una extremidad o parte de esta, constituyen tan solo algunos de los múltiples ejemplos que podríamos citar, sin olvidarnos, por supuesto, de desarrollos más actuales en el área de la medicina, como prótesis óseas, o pequeños dispositivos electrónicos integrados en nuestro organismo mediante cirugía, como los implantes cloqueares o los marcapasos. En definitiva, prótesis construidas o en mayor o menor grado a través de la tecnología.
Así es que la incorporación de tecnología como extensión de nuestro cuerpo se encuentra en nuestro día a día y abarca desde las prótesis, a los gadgets tecnológicos y prendas inteligentes que extienden nuestras capacidades de un modo no invasivo, pero que al fin y al cabo siguen funcionando como prótesis. Desde esta perspectiva los smartphones, la tablet o el smarwhatch, que nos acompañan a diario, son también una extensión de nuestro cuerpo y de la que en ocasiones somos dependientes.
De este modo, a través de mi práctica artística investigo acerca de los nuevos paradigmas de la amplificación corporal, con un referente muy claro que es la figura del cyborg, y pensando en el cyborg como máximo exponente de lo posthumano y como la capacidad de construirnos a nosotros mismos. Por supuesto, siempre con el deseo de que ese devenir cyborg, como Dona Haraway narraba en Su Manifiesto Cyborg de 1985, nos haga mejores, más libres, rompiendo con un mundo de pares sobre el que se ha construido la sociedad capitalista patriarcal.
"Symbiotic Interaction" Maria Castellanos, 2016/17, © foto
¿Consideras que este tipo de arte, que investiga desde y con la ciencia, podría contribuir a mejorar e incluso alargar la vida de nuestro planeta? Me refiero por ejemplo a temas ambientales, desde su conservación, con temas tan actuales y preocupantes como la sequía, o desde un punto de vista de la prevención, para evitar grandes catástrofes naturales.
Creo que los artistas tenemos un compromiso con el momento en que nos toca vivir, por supuesto a mi personalmente me preocupan esta serie de cuestiones y las abordo desde mi práctica artística. Contribuir a mejorar o alargar la vida de nuestro planeta son palabras mayores… supongo que podemos aportar nuestro granito de arena con nuestra visión artística acerca de estos temas y sobre todo haciéndonos preguntas acerca de nuestro devenir, planteando también cuestiones acerca de las limitaciones de nuestro cuerpo, nuestros sensores naturales y planteando un uso crítico y responsable de la tecnología. Creo que a través de nuestro trabajo, de las distintas formalizaciones de nuestras obras invitamos a los espectadores a reflexionar acerca de todo esto y plantearse preguntas que tienen que ver con todas estas cuestiones.
Tu proyecto “Symbiotic Interacción” fue creado gracias a la Beca de residencia SoftLab Sliperiet durante el Campus de las Artes en Umea Univeristy, Suecia. Cuéntanos en que consiste el proyecto y como fue la experiencia de la residencia.
Symbiotic Interaction es un proyecto que parte de una investigación previa, surge a partir del proyecto Clorofila 3.0, que fue uno de los primeros proyectos que Alberto Valverde y yo desarrollamos como dúo artístico en 2009, y un proyecto al que tenemos mucho cariño, pues a lo largo de todos estos años lo hemos ido evolucionando y a sido la base para otros proyectos en los que estamos trabajando en la actualidad. Clorofila 3.0 investiga los impulsos eléctricos que producen los organismos vegetales. Un programa creado específicamente para el proyecto capta los cambios de voltaje que reflejan el estado de la planta, traduciéndolos en sonido a tiempo real a través de un módulo dispuesto en el propio organismo. Estos dispositivos miden las cargas eléctricas que varían dependiendo de la temperatura, sistema químico de la planta, CO2 u otros factores externos como presión, movimiento de aire o proximidad de objetos físicos, etc.
En 2016 vimos la convocatoria de residencia que se lanzó desde el Softlab del Campus de las Artes de Umea, en Suecia. Donde ofrecían una estancia de seis meses y el uso de su fablab y softlab, dos laboratorios de fabriacación digital, el segundo de ellos dedicado a la integración de tecnología en objetos blandos y textiles. En ese momento ya estábamos muy centrados en la creación de interfaces tecnológicas corporales y pensamos que sería una buena idea pensar en una interfaz donde integrar los sensores que habíamos desarrollado en Cloforila 3.0, para obtener información de las plantas, pues éstas son mucho más sensibles en algunos aspectos, que los humanos.
De tal modo que planteamos el proyecto como la creación de dos interfaces tecnológicas, en las que gracias a las plantas, pudiéramos medir el entorno y percibir cambios de los que nuestros sensores naturales no nos pueden alertar. Al mismo tiempo, queríamos ofrecer algo a cambio a las plantas, en este caso C02 gracias a una máscara y agua gracias a una mochila que riega las plantas gota a gota. La experiencia de la residencia fue muy gratificante. Llegamos a Umea con la idea , pero no sabíamos como iba a ser la formalización final, tuvimos seis meses de investigación y experimentación que nos condujeron al resultado que ahora tenemos. Por supuesto enriquecido por toda la gente que nos encontramos en el camino, pues desde el Softlab nos pusieron en contacto con otros artistas, ingenieros y un equipo de investigación del “Umea Plant Science Center” que investigaba acerca de psicología de las plantas. Fue la primera ocasión donde pudimos compartir nuestras investigaciones acerca de la sensibilidad de los organismos vegetales con científicos y fue realmente gratificante y enriquecedor para nuestro trabajo.
En tu trabajo utilizas materiales como plantas, textiles, o materiales orgánicos, ¿Tiene que ver con un modo de desarrollo tecnológico, que pone el énfasis en lo biológico y lo orgánico, en defensa y por encima de lo puramente tecnológico?
Nosotros utilizamos la tecnología como herramienta en nuestras obras. A través de esta queremos suplir o amplificar capacidades humanas. Por supuesto, el resto de materiales que utilizamos varían dependiendo del trabajo que estemos desarrollando, intentando encontrar los materiales más idóneos para formalizar cada una de las ideas o conceptos con los que trabajamos. Donde por supuesto prestamos atención a las cualidades de estos materiales. Por ejemplo, durante los últimos tres años la impresión 3D ha supuesto una herramienta muy valiosa para nuestro trabajo, permitiéndonos diseñar piezas u objetos modelados específicamente para nuestras obras. En este caso trabajamos con un plástico que se llama PLA, un polímero biodegradable creado 100% a partir de recursos renovables.
"Interfaz Atrópico" Maria Castellanos, 2017 foto ©
Los avances sobre el desarrollo de “cyborgs” e inteligencia artificial están sucediendo a pasos agigantados, sin embargo los gobiernos mundiales aún no han desarrollado ningún protocolo de ética sobre los parámetros de desarrollo y comportamiento de estas nuevas mentes inteligentes que muy pronto estarán presentes en nuestro entorno. ¿Qué opinión tienes sobre el desarrollo de un plan ético? ¿Consideras una cuestión importante que abordar?
Desde mi punto de vista no me da la sensación de que todo vaya tan rápido. La ciencia ficción ha influido de una forma contundente en toda la iconografía en torno al cyborg, pasando a formar parte del imaginario colectivo en el que todos pensamos al escuchar el término. Sin embargo, el término cyborg fue acuñado en 1960 por los científicos espaciales Manfred E. Clynes y Nathan S. Kline para referirse a un ser humano amplificado capaz de sobrevivir en condiciones extraterrestres. Es decir, un humano capaz de sobrevivir en el espacio sin necesidad de un traje espacial.
Tres años más tarde de que se acuñara el término, en 1963 la NASA lanzaba su “Cyborg Program”, donde se investigaba la mejora de las capacidades humanas con el fin de hacer factibles los largos viajes espaciales. El programa se basaba en potenciar los órganos vitales de los humanos y alterar constantes psicofísicas con el fin de hacer el organismo más fuerte en condiciones precarias. Se revisaba, de este modo, la posibilidad de sustituir los órganos de los astronautas, así como el uso de drogas o incluso la facultad de hibernación para hacer el viaje espacial menos estresante y ahorrar recursos energéticos. Sin embargo, el informe final del “Cyborg Program” concluyó con que la sustitución de órganos principales, así como la hibernación, no eran factibles mediante la tecnología del momento. Revelaciones que, incluso desde nuestro días, parecen tomadas del argumento de una película de ciencia ficción.
Si hablamos de inteligencias artificiales, no creo que estemos tan cerca de la singularidad, en la que las máquinas tengan consciencia de si mismas. De todos modos, en cuanto al desarrollo de un plan ético, creo que éste debería de estar en manos de científicos, que velen por avance científico y el bienestar humano, huyendo de intereses económicos, que al fin y al cabo nos llevarían, como ya predijo la ciencia ficción a una sociedad distópica.
En el año 2016 fuiste seleccionada por los START Prizes de Arts Electrónica y por el jurado del 20th Media Art Festival en Japón con tu obra “Environment Dress”. ¿En qué consistía este proyecto?
"Environment Dress" es una interfaz tecnológica ideada para alertarnos de la agresividad del medio que nos rodea y establecer relaciones entre las variables medioambientales y nuestro estado de ánimo. En otras palabras, es un traje equipado con sensores, capaz de medir variables medioambientales como cantidad de CO2, luz, sonido, radiación ultravioleta, infrarroja, polvo, etc. Todas estas mediciones están geolocalizaadas y las relacionamos con el estado de ánimo del portador gracias a una App móvil con la que el usuario registra su estado de ánimo. De esta manera, gracias al “machine learning”, cuando más utilices el traje, es más probable es que éste llegue a predecir tu estado de ánimo en relación a las mediciones medioambientales de tu entorno. Es decir; si una cantidad muy alta de radiación ultravioleta hace que te sientas molesto, el traje podrá llegar a aprender esto y alertarte antes de que los sensores naturales de tu cuerpo te permitan percibir que llevas demasiado tiempo expuesto al sol.
Formalmente la interfaz está compuesta de un casco y un chaleco que lleva incorporado una especie de pinchos en la espalda y unas luces. De tal modo que entendemos este inferfaz como una extensión del propio cuerpo, cerrando el casco cuando hay una gran cantidad de radiación infrarroja, activando los pinchos de la espalda cuando hay mucho ruido en el ambiente, etc.
"Symbiotic Interaction" Maria Castellanos, 2016/17, © foto
Tu trabajo es más conocido en el ámbito internacional que nacional, contando con varias exposiciones y reconocimientos a nivel Europeo e incluso en Asia. ¿A qué se debe esto, te has encontrado con dificultades para que aquí se comprenda tu trabajo?
Si, como bien dices en los últimos años se ha valorado más nuestro trabajo desde el exterior. Sin embargo somos conscientes de que uno de los trabajos que precisamente nos ha ayudado más a esta proyección internacional ha sido Environment Dress, un proyecto que produjimos gracias al premio Next Things convocado conjuntamente por LABoral Centro de Arte y Telefonica I+D.
Para mi es un lujo poder contar en Gijón, mi ciudad de origen, con un centro de arte y producción como LABoral, comprometido con la intersección entre arte, ciencia y tecnología, que es precisamente donde se enmarca nuestra investigación. Haber producido Environment Dress en LABoral nos ha abierto muchas puertas en Europa, supongo que este es uno de los motivos principales de que nuestro trabajo sea más conocido en el exterior. Desafortunadamente el clima no es muy propicio en nuestro país para el arte, y si ya hablamos de arte que trabaja con tecnología parece que las cosas están aún más difíciles. El tipo de producciones en las que trabajamos no tienen mucha cabida en el mercado del arte nacional, por ello que tenemos que buscar otro tipo de recursos y convocatorias institucionales para continuar produciendo.
"Ensayo y error del posthumano" Maria Castellanos, 2017.© (WORK IN PROGRESS)
Parte de tu labor plástica está también vinculada a la docencia, en la Universidad de Vigo, bajo tu experiencia de trabajar con nuevas generaciones de artistas, ¿Has observado un creciente interés por parte del alumnado en desarrollar y profundizar en este tipo de trabajo?
He trabajando como docente entre 2010 y 2012 en la Universidad de Vigo, cuando disfrutaba de un contrato pre doctoral mientras terminaba mi tesis. Ahora, en enero de 2018 retomaré la docencia en la misma Universidad en el Máster de Arte Contemporáneo, así que no puedo aún trazarte un mapa de los intereses del alumnado. Decirte que yo me formé en esta misma Universidad, y fue allí donde comenzaron mis inquietudes acerca de las intersecciones entre arte, ciencia y tecnología. Sin embargo también soy consciente de que hoy en día la Universidad en España no está pasando por muy buenos momentos, la falta de recursos, de profesorado y la sobrecarga de horas de docencia es algo que, por supuesto repercute en la calidad de la enseñanza hoy en día.
En estos momentos tu trabajo se puede ver en tres exposiciones, la Exposición “NovaXX” en Halles Saint-Géry Bruselas, Bélgica, donde se rinde homenaje a la mujer que busca la innovación en su trabajo, la Exposición “Next Things_Next Starts” en el LABoral Centro de Arte de Gijón, y en la muestra “Ensayo y error del Posthumano” en el Museo de Candás en Asturias. ¿Qué trabajos presentas en estas tres exposiciones? Háblanos un poco de estos tres eventos.
En la muestra Nova XX, en Bruselas se puede ver el proyecto “Symbiotic Interaction” que produje en Umea, Suecia. La muestra Nova XX es una selección de trabajos de mujeres que trabajamos en la intersección entre arte-ciencia y tecnología. Esta selección se realizó gracias a una convocatoria internacional que se lanzó desde el Halles Sanint-Géry y que nace con vocación de continuidad, para poner en valor el trabajo realizado por mujeres en este ámbito específico de la creación.
Por otro lado, en LABoral Centro de Arte, podéis encontrar el proyecto Environment Dress, que vuelve al centro de arte donde se produjo tras haber estado en diferentes festivales como Ars Electrónica 2016(Linz), Bozar Electronic Art Festival 2016 (Bruselas), o formadoparte de la exposición “Human Factor” en DRIVE, el Foro de Volskwagen en Berlín. El proyecto se encuentra en la actualidad en la exposición “Next Things Next Starts”, una muestra que recoge los cinco proyectos que se llevaron a cabo durante las cinco convocatorias que lanzaron conjuntamente LABoral Centro de Arte y Telefónica I+D.
Y por último, hasta el próximo 14 de enero, se puede ver en el Museo Antón de Candás ( Asturias) el proyecto “Ensayo y error del posthumano”. Un proyecto que creamos gracias a la Beca Antón de Investigación escultórica 2016. Este proyecto tiene una doble vertiente, por un lado se trata de una investigación acerca de los nuevas paradigmas de la escultura en la era de la fabricación digital, donde creamos una impresora 3D e open source, capaz de imprimir esculturas a escala humana y por otro lado queremos pensar acerca del futuro humanos amplificado por el uso de la tecnología. Para ello creamos una serie de esculturas donde nos planteamos como serán nuestros cuerpos en un futuro gracias a los avances en biotecnología, pensando en cuestiones acerca de si seguirán existiendo hombres y mujeres, o si por el contrario seremos seres postgenéricos , si nuestros cerebros serán mayores o si podremos hibridar con otros seres como por ejemplo las plantas y salirnos de este modo de la cadena alimenticia, consiguiendo energía gracias a la fotosíntesis y estando un paso más cerca de ese cyborg capaz de sobrevivir en condiciones extraterrestres.
A día de hoy en que estás investigando ¿Cuáles son tus proyectos más próximos?
Actualmente estamos trabajando en el proyecto “ The Plants Sense”, dentro de una de las residencias artísticas Vertigo Starts, enmarcada en el proyecto Europeo Horizon 2020, y liderado por el Centro Pompidou y el IRCAM en París y Fraunhofer Gesellschaft en Alemania. El objetivo principal de estas residencias es poner en contacto artistas con grupos que trabajen en proyectos de I+D+I para compartir metodologías, procesos y finalmente crear una obra.
Primero hubo una convocatoria para llamar a proyectos de investigación y desarrollo y seguidamente una convocatoria para que los artistas eligiésemos el proyecto con el que colaborar. Nosotros actualmente estamos trabajando con un equipo multidisciplinar de ingenieros, arquitectos y biólogos que trabajan en un proyecto que se llama “Flora Robotica” , donde investigan acerca de las relaciones entre robots, plantas y humanos. Cuando vimos la convocatoria no dudamos en que queríamos trabajar con este equipo, su investigación está muy ligada con el trabajo que venimos desarrollando desde hace algunos años, primero con Clorofila 3.0 y más tarde con Symbiotic Interaction.
De momento hemos realizado la primera parte del proyecto, con una estancia en CITA ( Centre for InformationTechnology and Architecture) en Copenague, una visita a Lübeck (Alemania) al Institute of Computer Engenieering en la Universidad de Lübeck y en enero de 2018 comenzaremos a producir una pieza basada en todo lo que hemos investigado y aprendido durante estos meses, creando un interfaz capaz que nos permita sentir las plantas en nuestra propia piel.
Entrevista: Eduardo Álvarez | Madrid ↔ Gijón | 21 de diciembre 2017