Si el arte contemporáneo, en algún momento, tomó el carácter de compromiso con la realidad y la historia, debemos hacer referencia a unos de los artistas contemporáneos más comprometidos con el pasado, la memoria y el presente, Christian Boltanski. Artista que nace en Paris en 1944 y con una gran influencia de sus orígenes paternos, ya que su padre fue un judío ucraniano y su madre corsa, se convierte irremediablemente en testigo mudo durante los años de la ocupación de Francia, en la segunda guerra mundial.
Tras haber vivido una infancia precaria en la capital Francesa, los trabajos Boltanski, hacen referencia a la parte más existencial de la realidad, abordando para ello tanto la historia como su evolución y su transcendencia. En su obra encontramos el relato conmovedor y el horror del exterminio de los judíos durante el Tercer Reich. Para ello Boltanski recurre a material fotográfico antiguo, ropa o enseres de la época, que habían pertenecido a personas anónimas y que el artista intenta rescatar del olvido, construyendo así bajo una narrativa directa, la biografía de esas personas que habían desaparecido.
© Christian Boltanski - El Caso, 1988
A modo de archivista, o investigador del pasado Boltanski emprende una lucha por dignificar y hacer visible la memoria de los acontecimientos históricos, recordando a todas esas personas que murieron tanto en el Holocausto, como en situaciones de abuso o exterminio. La intimidad de sus obras le llevan a implicarse y tomar posición con las víctimas, e incluso a revisar su propia infancia, con una serie de obras que realiza en los años 70 tituladas “Inventarios”. Una serie de obras en la que el artista exponía enseres y objetos de su niñez, para que a través de esos objetos, el espectador tomará contacto con la realidad y pudiera viajar en el tiempo, replanteandose así, el valor de los acontecimientos.
© Christian Boltanski - Réserve des suisses morts, 1991
En esta dualidad, de historia y vida, se mueve el trabajo Boltanski, teniendo siempre en cuenta el sentimiento de vulnerabilidad y la capacidad que tiene el arte para reflexionar y revisar el pasado. Ojos y rostros de personas anónimas que desde sus instalaciones piden justicia, Boltanski se detiene en la muerte como un acontecimiento histórico y definitorio, recurriendo a objetos, como recortes de periódicos, fotografías, fotos encontradas, ropa, velas, bombillas o latas antiguas, entidades materiales que están cargadas de memoria y que son el testimonio real de nuestro paso por la vida.
Entre lo ausente y lo presente, Boltanski profundiza en la experiencia y el sufrimiento humano, recurriendo a la memoria y a una narrativa que a veces es inventada, pero que le permite crear el contexto determinado para concienciar al espectador sobre un acontecimiento concreto.
Eduardo Álvarez | Madrid | 29 de Enero 2019