Corría la segunda mitad del siglo XX y entre los artistas y rompiendo con los estereotipos clásicos de la época, había uno concretamente que destacaba por su modo de abordar el arte y el papel que había adoptado como artista. Se trataba de James Lee Byars, para muchos un excéntrico barroco, para otros un creador que pudo transgredir a su propia obra bajo la capa de un pseudo-anonimato, que le permitía elaborar su trabajo desde su propia presencia. La máscara daba paso así a la ritualística.
James Lee Byars nace en Detroit en 1932 donde se forma en arte, psicología y filosofía. Siguiendo una inclinación temprana por la cultura japonesa, Byars realiza su primer viaje a Japón a los 26 años. Allí pronto se ve embaucado por la perfección de la cultura nipona, tanto en su escritura, como en los rituales cotidianos como el té. Interesado por las diferentes variantes sintoistas, su teatro y el budismo Zen, Byars comienza a desarrollar una obra donde la perfección se convierte en parte fundamental de su lenguaje artístico.
James Lee Byars "The Unicorn horn in the white circle", 1984 © Galería KEWENIG
Byars, quien muchas veces aparecía engalanado con un traje dorado, guantes negros o un sombrero de copa negro, ocultaba sus ojos tras un pequeño velo para remitirnos casi de forma onírica al concepto de artista como mago. Un mago capaz de transmutar la realidad de las cosas cotidianas, un extraño solitario que ante la experiencia de encontrase en el centro de su trabajo, es capaz de generar toda la atención para crear una nueva presencia en el otro. Un buscador de significado en un mundo lleno de preguntas.
En casi todas sus actuaciones, esculturas o instalaciones, Byars encarna el sueño de la perfección en un mundo imperfecto. Títulos como "The Perfect Smile", "The Perfect Tear", "The Perfect Thought", "The Perfect Book" marcan este concepto artístico. Elementos tradicionales como el rito, la ceremonia, el adorno barroco y similares se conviertan en vehículos y correas de transmisión de una práctica de arte conceptual absolutamente novedosa que pone a lo misterioso en lo más alto del arte contemporáneo.
James Lee Byars "The Dagger", 1989 © Galería KEWENIG
Ahora la Galería KEWENIG de Berlín presenta hasta el 24 de mayo, la exposición "The Palace of Perfect”, una selección de obras de James Lee Byars que nos permite conocer más en profundidad el trabajo y la trayectoria de este peculiar artista. La exposición "The Palace of Perfect” reúne principalmente obras de la década de 1980, muchas de ellas esculturas e instalaciones, donde el simbolismo de las imágenes aborda al espectador para cuestionarle sobre la búsqueda de los diferentes significados. Como diría el propio Byars, objetos como libros, libros como objetos vinculados siempre al conocimiento.
Entre las obras que podemos encontrar en la exposición nos gustaría destacar "The Dagger", 1989, donde una daga perfora la superficie dorada de la habitación, en la que se encuentra, quizás con el objetivo de romper el umbral del interior en su dolor. O su obra "The Unicorn horn in the white circle" de 1984, donde un colmillo de un narval descansa sobre un largo paño de seda y un mar de plumas blancas. Simbolismo, objeto e imagen, quizás todo esto sea más propio de la magia y a sus diferentes interpretaciones, desde el preciso momento que se elabora una posible transformación de nuestro interior. Un modo de hacer arte desde la sombra, para acabar arrojando luz, como emblema de conocimiento y por lo tanto de transformación en vías de la perfección.
Eduardo Álvarez | Madrid | 12 de Marzo 2019